La frustración es una sentimiento de tristeza, decepción y desilusión que aparece cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se llegan a cumplir o satisfacer. Los niños experimentan una gran cantidad de emociones tales como el enfado, la tristeza, la angustia, la ansiedad, etc. Todos nosotros en algún momento de nuestras vidas, hemos experimentado dicho sentimiento, pero normalmente contamos con herramientas motivacionales y emocionales que nos ayudan a poder manejarla de una forma correcta y por eso es necesario trabajar estos aspectos con nuestros pequeños.
La manera en la cual los niños manifiestan su frustración puede ser de diferentes formas. Por ejemplo, actuar de manera rebelde frente a la autoridad, como sus padres, cuidadores y compañeros de juegos. En niños pequeños puede presentarse en forma de las ya conocidas «rabietas”. No obstante, otros niños pueden llegar a expresar dicha frustración mediante actitudes destructivas y peligrosas como forma de canalización de la misma, golpeando o rompiendo objetos (Algunos casos más graves pueden llegar a autolesionarse). También puede que algunos niños lleguen a expresarlo de una manera mucho más emocional expresando sentimientos de tristeza, desmotivación y ansiedad.
Es por eso que resulta tremendamente importante recurrir al trabajo emocional. Aquí te presentamos algunos consejos que pueden funcionar para manejar la frustración y las emociones de tu hijo desde casa.
- Refuérzale positivamente: Seguro que hay multitud de situaciones conflictivas pero a veces dejamos de ver esas ocasiones en las que podría haber salido la frustración pero supo manejarla, ahí es donde queremos que pongáis la atención, buscar situaciones para marcarlas positivamente como anclando la bandera de lo que sí queremos que ocurra, esto es un ejercicio super importante casi en todas las situaciones que queremos trabajar con nuestros hijos, puntualicemos lo bueno, la capacidad, el logro… así nuestros niños tendrán más claro el camino hacia donde queremos llevarlos!!! Cualquier pequeño paso que haga tu pequeño, debe ser celebrado.
- Acompañe al niño a aceptar aquello que no puede cambiarse: Se suele decir que no existen los problemas porque si hay solución se soluciona, y si no la hay no es un problema sino que es un hecho. Hay cosas que simplemente no pueden cambiarse y ahí es donde nuestros pequeños han de sentir que los entendemos y acompañarlos en todo el proceso de “sentir” que tiene este proceso, desde que sube hasta que baja. Hay una frase que nos encanta: Más nervioso tú, más tranquila yo” cuando vivenciamos estos momentos sale a relucir en nosotros temas personales, nuestras propias frustraciones o que, simplemente, personalizamos lo que está ocurriendo agrandando y potenciando la acción cuando en el fonde hemos de ser contenedores de las emociones de nuestros hijos.
- Busque situaciones cuando no esté directamente implicado en ellas: Pídale a su hijo que nombre todas las cosas que lo enojan, cuando tenemos niños no verbales… un imagen vale más que mil palabras, utilice imágenes para, fuera de la situación propiamente dicha, trabajar la situación generando empatía, comprensión y razonamiento. Es muy importante no hacer este ejercicio en el momento de frustración cuando la parte racional está más bloqueada que la emocional. Esas fotos pueden servirnos para después de identificarlas como focos de frustración invite a su hijo que la rompa en pedazos pequeños (esto proporciona una liberación física muy necesaria de la emoción) y la arroja al aire. Luego junte las piezas y tírelas para siempre.
- Respiración profunda. Probablemente has escuchado mucho sobre el poder de la respiración profunda últimamente, y por una buena razón. Cuando se hace correctamente, la respiración profunda puede calmar los sentidos de un niño y ayudarlo a superar un evento frustrante sin recurrir a gritos. El mejor momento para practicar la respiración profunda es cuando ambos están tranquilos. Hasta que se acostumbren, los niños tienden a asociar la respiración profunda con la respiración rápida, lo que tiene el efecto contrario. Es importante trabajar estas destrezas antes de necesitarlas para que tengamos la habilidad antes de que la necesitemos en una situación estresante. Podemos hacer el ejercicio de… respiro la flor que tengo en una mano e hincho el globo que tengo en la otra! De una manera gráfica hacemos esto como una actividad diaria que luego puede hacer que nuestro niño conecte con… la flor… el globo… cuando realmente lo necesitemos, o podemos hacerlo nosotros para prepararnos a afrontar estas difíciles situaciones, cuando nuestro niño nos vea identificará que es momento de coger el control de nuestras emociones y dejarlas pasar hasta que acaben y volvamos a reubicarnos emocionalmente.
- Enseñe el semáforo de la relajación: Además de enseñar que el rojo significa detenerse, el amarillo significa reducir la velocidad y el verde significa ir, es necesario ir un paso más allá enseñándoles a visualizar una luz roja para detenerse en un momento de frustración. Esto es cuando pueden aprovechar la respiración profunda para calmar sus mentes y cuerpos. Cuando cambian a una luz amarilla, deben pensar en tres posibles soluciones (¿Pedir ayuda? ¿Intentar de nuevo? ¿Pregunta?). Cuando visualiza la luz verde, pueden elegir una opción y avanzar. Siga adelante y cree un gran semáforo con papel de construcción para pegarlo en su refrigerador como referencia. Con el tiempo, este proceso se convertirá en una segunda naturaleza y las crisis se desvanecerán.
“Cuando tengas una duda en hacer o no hacer, siempre haz,
porque si te equivocas te quedará la experiencia,
y si no haces, te quedará la frustración!”
(Alejandro Jodorowsky)
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