Muchísimos niños con autismo y otras discapacidades presentan una muy diferente regulación sensorial y conductual, niños que continuamente tienen objetos en la mano, que se llevan todo a la boca, que tienen que estar en continuo movimiento… presentan otros ritmos, otra manera de explorar el entorno y son buscadores sensoriales con altas necesidades y mucha ansiedad si no son correctamente satisfechas.
Primero de todo señalar que los cambios bruscos en las dinámicas no son nada recomendables y además no serán nada fáciles así que hay que armarse de mucha paciencia para poder ayudarlos e ir implantando variaciones más que cambios de manera efectiva, desde el cariño, el respeto y la empatía. Estos cambios pueden implicar una desestructuración del niño.
Segundo tenemos multitud de situaciones que se comportan de esta manera, cada uno a la su manera y además determinamos que estos comportamientos son sostenidos e insostenibles porque afectan directamente a la atención, al aprendizaje, a la comunicación y, a lo que es más importante, sus emociones.
Tercero y clave del problema y de la intervención es… ¿cuándo no lo hace? ¿ante qué actividades es como si le hubiéramos dado al “pause”? ¿en qué momentos parece que todo fluyera y autorregula esa sensorialidad que el 90% del tiempo lo mantiene alejado, distante y ausente?. Es de suma importancia evaluar cuando esto sucede (o deja de suceder) para identificar estos momentos para poder intervenir y poder dilatarlos. Hemos de estar muy atentos y poder analizar cómo en esos momentos esta necesidad se ve satisfecha por otra y potenciar esos momentos para que sucedan más a menudo.
Quizás esta es la clave más importante para cualquier intervención porque toda conducta, sea sensorial o no, está cumpliendo una función pero nunca es todo el tiempo. Normalmente pongo un ejemplo muy gráfico cuando los padres acuden pidiendo ayuda cuando tienen niños conductuales que son difícilmente “manejables” y es cuando les comento que vamos a empezar a “premiarlos”. ¿Cómo? A veces no se trata de buscar cuando las conductas sean positivas, que sería fantástico, sino cuando podrían ser negativas pero sin embargo no lo son, ahí está el premio! Estas conductas como otras muchas actúan igual que las sensoriales. Muchas veces tenemos la costumbre por defecto de buscar eso, el defecto, la necesidad, la carencia, el próximo objetivo que, en muchas ocasiones, resulta inalcanzable porque lo buscamos fuera del niño.
Esto también ocurre con el lenguaje y la comunicación, cuando un niño hace sonidos, o dice alguna sílaba o palabra sencilla intentamos buscar otras, o incluso más palabras y lo que no nos damos cuenta es que fomentar esos sonidos, esas sílabas y esas palabras sencillas es la clave para que surjan más, son los ingredientes para construir el lenguaje futuro.
Así que intentemos concentrarnos en qué queremos que se repita en nuestros niños: momentos sin autoestimulación, volver a escuchar esas palabras o sonidos, volver a verlo tranquilo sin conducta… y tendremos el camino despejado para la evolución, sea cual sea, de cada uno de nuestros pequeños.
Deja una respuesta