Cuando te conviertes en madre y padre la gente de cuenta qué increíble será, lo fascinante de criar a unas personitas que son la prolongación de tus sentidos, que te dan todo lo que nada puede darte, pero también te quitan el espacio, el tiempo y el sentido sumergiéndote en un océano de cambios inimaginables.
Hay que prepararse para los lloros incesantes, las enfermedades que te aprietan el estómago, los pañales sucios, el caos que parece interminable en casa, tropezar con juguetes allí donde cae tu pie, noches que llegan a semanas e incluso meses sin dormir, discutir por miradas, dudas existenciales, cambios, cambios y cambios, redescubrirte mientras redescubres a tu pareja, cambios en tu entorno social, tu rutina, tu ocio, tus prioridades y preferencias. Todas estas cosas también acompañan a ser madre y padre y va a ser muy duro. De hecho nos encontramos con muchas crisis a lo largo de esta fase de maternidad que si no se superan pueden llegar a desencadenar en ruptura, depresión, estrés.. y todo ello desde la peor situación, ante la mayor responsabilidad de actuar de una manera impecable, segura, cordial, dulce en la época de mayor exigencia de nuestras vidas.
Serás impredecible, desmedido, egoísta, maleducado, irrespetuoso, caprichoso, impulsivo, agresivo, experto … y por otro lado luchador, fuerte, condescendiente, empático, modelo, negociador, pacificador, orador, teórico y práctico. Puedes imaginar la compleja situación de llegar al equilibrio de todo esto manteniendo la balanza hacia el lado correcto mientras siguen montándose pesos sin control a ambos lados en segundos.
Piensa antes de hablar, habla sin parar, para a darte oxígeno, oxigénate sólo, con tu pareja o sólo con tus niños, aprende a no ser perfecto, asume los errores que parecen losas que nunca te dejarán volver a mirar a los ojos a tus hijos, a tu pareja, a tus padres… errores que ahora tienen un peso y una digestión imposible pero que te dan una fuerza y un crecimiento inigualable. Piensa en el proceso no paralelo del otro, con ritmos opuestos e incluso contrarios y tan lejanos como cercanos. Y no tomes determinaciones drásticas sin hacer una mirada interna, externa y global de la situación y sin haber puesto toda tu leña en el fuego, criticándote, cambiando, respirando y poniéndote al lado de la persona que te acompaña también temeroso y valiente en este proceso. Date una oportunidad a ti, porque las herramientas las tienes tú, porque la locura es esperar resultados diferentes haciendo, diciendo y respirando siempre de la misma manera.
Date importancia como instrumento generador de cambio, de oxígeno, de alegría y de paz porque la potencia humana es algo increíble y puede con la montaña más alta, la decepción más grande, el desengaño y el desamor tornando todo desde adentro, desde uno mismo, desde ti. Y nunca, nunca te olvides de lo que realmente quieres y si realmente lo que haces va en esa dirección o te aleja de ella.
Cristina Oroz Bajo
mz
Gracias. Fueron tus palabras justas en el momento preciso. Gracias.