Deja que tu pareja te influya.
El objetivo de estas reflexiones no es recriminar e insultar a los hombres porque es evidente que hacen falta dos personas para romper una pareja, de modo que no estamos hablando sólo de hombres porque es también importante que las mujeres traten a sus parejas con amor y respeto. Pero existen investigaciones con datos que indican que la inmensa mayoría de las mujeres, incluso en parejas inestables, ya se comporta de esta manera. Por supuesto se enfadan o se muestran incluso despectivas con su pareja pero permiten que los hombres influyan en sus decisiones, porque tienen en cuenta sus opiniones y sentimientos. Sin embargo y bastante a menudo los hombres no les devuelven el favor. El 65% de los hombres reacciona de forma muy diferente. Sus respuestas aumentan la negatividad de sus parejas ante una discusión. Y esto de cuatro formas específicas: con crítica, desdén, actitud defensiva o actitud evasiva, de esta manera escalan el conflicto resistiendo a la influencia de su mujer.
En lugar de reconocer los sentimientos de la mujer, el hombre utiliza estas actitudes para eclipsarla, para hacer desaparecer su punto de vista. Esto provoca inestabilidad en la pareja y es vital que los hombres sean conscientes de este peligro. Por alguna razón, cuando una mujer utiliza estas actitudes la pareja no se torna más inestable porque las mujeres aceptan la influencia de su pareja, lo cual podría explicar en cierto grado las diferencias de sexo y sus influencias en la pareja. Así pues, aunque ambos cónyuges deberían evitar aumentar los conflictos de esta manera, son los hombres los que ponen en peligro a la pareja al hacerlo.
Señales de resistencia.Aceptar la influencia del cónyuge no significa que nunca expresemos sentimientos negativos. Las parejas pueden sobrevivir a muchos estallidos de rabia, quejas o incluso críticas. Intentar suprimir los sentimientos negativos delante de la pareja no la beneficia y tampoco a nuestra presión arterial. El problema surge cuando el hombre recibe con una barricada incluso la mínima insatisfacción por parte de la mujer, aumentando así la negatividad en lugar de intentar mitigarla.
Lo más importante es que cuando un hombre acepta la influencia de su mujer, su actitud mejora la relación por fortalecer su amistad. Con esto mejoraremos nuestro conocimiento sobre nuestra pareja, fomentaremos el cariño y la admiración y nos acercaremos a nuestra mujer. Así los cónyuges cuentan con una sólida base para llegar a un compromiso. Al fin y al cabo, cuanto mejor sepamos escuchar a nuestra mujer y considerar su punto de vista con respeto, más probable es que encontremos una solución al problema que nos satisfaga a los dos. Si hacéis oídos sordos a las necesidades, opiniones o valores de vuestra pareja, no hay posibilidad de llegar a un acuerdo.
Lo que los hombres pueden aprender de las mujeres. Esto sucede no sólo porque la ausencia de luchas de poder hace la vida en pareja más agradable, sino porque el hombre está abierto a aprender de su mujer. No hay duda de que las mujeres tienen mucho que enseñar a los hombres sobre la amistad. En su libro The Complete Book of Guys, Dave Barry escribe sobre el enorme abismo que existe entre hombres y mujeres siendo las mujeres emocionalmente más inteligentes que los hombres por una sencilla razón: comienzan con ventaja a aprender estas habilidades. Si observamos a cualquier grupo de niños veremos que cuando los chicos juegan, generalmente a perseguirse unos a otros, la prioridad es el juego en sí, no sus relaciones mutuas o sus sentimientos. Pero para las niñas, los sentimientos son primordiales. El grito de “ya no soy tu amiga” frena un juego en seco. El juego sólo se reanudará si las niñas solucionan el conflicto.
Cuando un niño y una niña juegan con el mismo juguete las diferencias de sexo son evidentes. ¿Dónde se origina esta diferencia entre los juegos de niños y niñas? Como se da en casi todas las culturas parece una causa biológica, más que social. Pero ya sea la naturaleza o la cultura la causa de estas diferencias, lo cierto es que su efecto es innegable. Puesto que sus juegos enfatizan la integración social y los sentimientos al final de la infancia las niñas han recibido extensa educación sobre las emociones. Para un niño, su experiencia en juegos de cooperación y resolución rápida del problemas será de gran utilidad en una sala de juntas, pero constituirá un obstáculo en la vida en pareja si no ha adquirido esa experiencia conjuntamente con la comprensión de los emociones.
Esta diferencia en la educación queda resaltada por el hecho de que, al hacerse mayores, los niños rara vez juegan con niñas, de modo que pierden la oportunidad de aprender de ellas. Una interesante teoría, formulada por la psicóloga Eleonor Maccoby, de la Universidad de Stanford, descubrió que incluso a muy temprana edad, un año y medio, los niños cuando juegan sólo aceptan la influencia de los otros niños, mientras que las niñas aceptan la influencia tanto de niños como de niñas. En torno a las edades de cinco a siete años, las niñas se hartan de esta situación y ya no desean jugar con niños. Desde entonces hasta la pubertad, nuestra cultura, y prácticamente todas las demás, no ofrece ninguna estructura formal para asegurar que niños y niñas se sigan relacionando.
Hombres emocionalmente inteligentes. Datos sobre parejas de recién casados indican que cada vez hay más hombres que sufren esta transformación, actualmente un 35% más de los hombres encaja en esta categoría. Esta clase de hombre respeta y honra su mujer, estará más abierto a aprender de ella sobre las emociones. Llegará a comprender el mundo de ella, el de sus hijos y amigos. Tal vez no se muestre tan emotivo como ella, pero aprenderá a relacionarse mejor emocionalmente con ella, y por tanto sabrá mostrarle que la respeta y la honra. Si está viendo un partido de fútbol y su mujer necesita hablar, él apagará la televisión para estar con ella. Está eligiendo el “nosotros” por encima del “yo”.
El hombre emocionalmente inteligente es el siguiente paso en la evolución social. Esto no significa que sea superior a otros hombres en lo referente a personalidad, educación o valor moral. Simplemente ha aprendido algo muy importante sobre la vida en pareja, algo que los demás ignoran todavía: como honrar a su mujer y mostrar su respeto por ella. Así de elemental.
El nuevo hombre probablemente haga de su carrera algo menos prioritario que su familia, porque ha revisado su noción de éxito. Esto no sólo beneficia su pareja, sino también a sus hijos. Investigaciones muestran que el hombre que sabe aceptar la influencia de su mujer, tiene también hacer un padre notable. Conoce bien el mundo de sus hijos, sus amigos y sus problemas. Puesto que no tiene miedo a las emociones, enseña sus hijos a respetar sus propios sentimientos y a respetarse a sí mismos. También por ellos apagará la televisión, porque quiere que recuerde que su padre tuvo tiempo para ellos. Esta nueva clase de hombre y padre vive una vida plena llena de significado. Al tener una familia feliz, le resulta posible crear y trabajar con eficacia.
El cambio ha llegado aunque existen hombres y parejas tradicionales que saben aceptar la influencia de sus mujeres, lo cierto es que el concepto de compartir el poder conyugal es relativamente nuevo y ha surgido a la estela de los grandes cambios sociales acontecidos durante las últimas décadas. La labor de cada hombre es aprender a asimilar esta gran transformación. Éstas investigaciones indican claramente que el único método efectivo es abrazar el cambio en lugar de reaccionar con rabia y hostilidad.
Aprender a ceder. Tal ves la diferencia fundamental entre estas dos clases de hombres es que el nuevo ha aprendido que para vencer muchas veces hace falta ceder. Si vamos conduciendo por cualquier ciudad moderna, encontraremos atascos de tráfico inesperados obstáculos que nos impiden el paso. Ante esta situación Podemos actuar de dos maneras: la primera es detenerlos, indignarnos e insistir en que quiten el obstáculo; la segunda es dar un rodeo. La primera actitud acabará por provocar un infarto. La segunda, ceder para vencer, nos llevará hasta nuestro destino.
Podemos ver un ejemplo clásico de un hombre que se hace con respecto al clásico tema de la tapa del retrete. La típica mujer se irrita cuando deja la tapa abierta, aunque ella sólo tarde un segundo en bajarla. Para muchas mujeres, la tapa abierta del retrete es un símbolo del poder masculino. De modo que un hombre puede ganar muchos puntos ante su mujer simplemente bajando la tapa del retrete. El hombre sabio sonríe pensando en su propia sabiduría mientras baja la tapa.
Aceptar la influencia de la mujer es una actitud, pero también una habilidad que puedes cultivar si sabes cómo relacionarte con tu mujer. Si te resulta difícil aceptar la influencia de tu pareja, lo mejor que puedes hacer es reconocer el problema y hablarlo con tu cónyuge. No se pueden cambiar las viejas costumbres de la noche a la mañana, pero si eres capaz de reconocer qué problemas conyugales están causadas por tu dificultad para compartir el poder, habrás dado un gran paso adelante. Tu pareja se sentirá aliviada y optimista sobre las posibilidades de mejora en tu vida en pareja.
Extraído y adaptado de Gottman, J.M. y Silver, N. (2012) SIete reglas de oro para vivir en pareja.
Cristina Oroz Bajo
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