Dónde está el verdadero punto de inicio, ese kilómetro cero que te hace caminar hacia donde tú quieres pero, sobretodo, caminando como tú quieres. Convertidos por inercia en seres reactivos, atacando constantemente como si todo lo que nos rodea fuese una amenaza que no nos deja estar en este sitio donde estamos bien, donde parece que todo cobra sentido y nos sentimos vivos y conectados, a la distancia justa que nos permite ver el mundo. Pasan muchos trenes en la vida y parece que hay personas con las manos fuera intentando atraparte a formar parte de viajes que no planeaste, mareas humanas que después de dejarlas te das cuenta que poco tenian que ver contigo.
Somos víctimas de nuestras propias decisiones, ¿decisiones? ya no tomamos decisiones, no vemos los pros ni contras, no analizamos ni miramos hacia dentro porque realmente hemos perdido el camino hacia nosotros mismos sobreestimulados en un mundo que busca el ya y el ahora sin reconocernos en nuestras acciones, perdidos y perdiendo nuestro tiempo.
Buscando culpables como víctimas, inactivos, dejando nuestra responsabilidad del Poder hacer cosas, de activar el cambio y promover lo bueno en todo lo que hacemos, críticos sin autocrítica, y si la hubiere… nunca para promover el movimiento hacia el crecimiento personal. El mundo está congelado, desorientado dando bandazos sin criterio, sin opinión, sin voz, ahogado.
Y qué significa esto para nuestros hijos, no puede ser peor que un padre o una madre refleje toda esta luz apagada, esa falta de energía, sin energía, sin ilusión, sin alegría…
La vida os insta a no bloquearos, a salir de vuestros trajes impuestos, a dejar a un lado lo que más pesa y que detiene vuestra marcha, no iréis en tren pero caminando las cosas se ven más despacio, más cerca, más claras y si no por lo menos tenemos la opción de parar a mirarlas. Aprovechar lo bueno y dejar ir aquello que no os hace grandes, lo que no os hace sonreír, lo que no os acompaña sino que os aparta de vuestra forma de vivir. Defínete, rediseñate y recupera el Yo puedo… recupéralo por y para ti mismo pero también por vuestros hijos que están rodeados de un mundo de No puedes… y luego los miramos extrañados preguntándonos donde se habrá quedado la imaginación, la creatividad, la espontáneidad… o acaso tu tienes algún resquicio de ellas.
Muévete del sofá, tírate al suelo, míralos con atención y sé para ellos el mejor ejemplo, porque el tiempo es lo que nunca volverá y cualquier pequeño cambio te acerca a ganar un poquito más de ese tiempo que permanece y que no se marca en un reloj. Sé libre por ser tú, porque eres perfecto y guardas en ti el mejor regalo, tu kilómetro cero, ese que por un tiempo perdiste y que buscándolo te dispondrá de nuevo en el inicio del camino.
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