Los niños con autismo tienen un trastorno que les hace ver, comprender e interactuar de manera muy peculiar y personal con los objetos. Esto determina unas habilidades de juego y autonomía muy diferenciadas que le dificultan el aprendizaje, la comunicación y la socialización.
La hiperatención que disfruta el autismo es una herramienta que ha de tenerse muy en cuenta cuando se establecen los objetivos de intervención y cuando se proponen todas las actividades para trabajar con cada niño en particular. Si seguimos las preferencias del niño, la motivación nos acompañará en todo el proceso y supondrá un éxito en su desarrollo siendo significativo para él y permaneciendo esos aprendizajes a largo plazo. Pero este aspecto a la vista sencillo va en consonancia con otros transversales como el tiempo y la rigidez así como las dificultades en la interacción social.
Los niños dentro del espectro tienen una restricción en intereses que hace que la transferencia a habilidades o actividades diferentes sea compleja y muy delicada. Por otro lado todo lo que tenga que ver con las intervenciones uno a uno está dentro del marco social y, por tanto, en general es un marco poco ideal para los niños con autismo así que debemos de encontrar caminos para acercarnos de una manera respetuosa y empática midiendo mucho sus tiempos y dándole espacios de acción y no acción equilibrando los espacios sociales e individuales.
El juego en el autismo tiende a tener características de orden, alineación, categorización, letras, números, formas geométricas… incluso el dibujo y la forma en que dibujo guarda un orden casi establecido e inamovible que hace que el terapeuta y la intervención tenga que ser muy medida y con grandes dotes de lectura y observación. Hay que medir mucho cómo romper los rituales, como entrar en su juego de una manera cordial para poder continuarlo y que no se rompa la interacción.
La herramienta del juego es esencial para todas las habilidades que entran en juego en el aprendizaje, la comunicación y la socialización. Aspectos como el turno, el simple hecho de aceptar que hay otra persona compartiendo mi espacio y que interactúa o participa puntualmente, que en una línea de trenes (estos niños son más de trenes que de coches) haya un coche y aceptarlo puede ser un objetivo conseguido en una sesión.
La labor de estructura y desestructura de sus patrones así como el entrenamiento en habilidades sociales es la base para su futuro como aprendizaje autónomo ya sea en casa con sus hermanos, en el colegio con sus iguales o en el parque con otros niños así que debemos poner nuestro foco e intervenir también en diferentes ambientes para que se generalice a otras personas, ese es el gran éxito de toda intervención.
Cristina Oroz Bajo
cofundadora del Método VICON
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