Siguiendo la serie de artículos dedicados a los Tips de Conducta en Familia llegamos al primer detonador. Muchos niños y niñas con trastornos de comunicación presentan además Trastornos de Integración Sensorial (TPS). ¿Qué significa esto? Que no responden al mundo de la manera en que la mayoría lo hace. Algunos pueden registrar pocos estímulos o necesitar muchos para poder activarse. Otros presentarán una hipersensibilidad a la más mínima variación de estos estímulos. Esto puede darse en una o más modalidades en sensoriales el tacto, el olfato, el oído y todo lo relacionado con el cuerpo Propioceptivo cinestésico y vestibular. Cada una de estas modalidades las trataremos como únicas más adelante por la importancia que tienen. Ahora daremos una generalidades para entrar en materia más adelante.
También por eso nos extraña que las familias se sorprendan a reacciones totalmente inesperadas a la música, a una caricia, al vestirlos, a algunas comidas, al asearlos… Algunos momentos terminan siendo batallas campales, con gritos, pataletas y llantos con la respectiva angustia del niño y la frustración de sus padres y aquí es donde está la causa en todo lo relacionado con estos procesos de de integración sensorial
El Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS) en el autismo impacta de diversas formas en la persona. Saber identificar los signos del TPS nos ayudará a preparar una mejor intervención, a reducir estereotipias, conductas problemáticas y podremos mejorar la calidad de vida de la persona y todas las personas que la rodean.
Muy frecuentemente este TPS es la causa de problemas de aprendizaje, conducta y coordinación motriz en niños. Puede afectar a las relaciones sociales, al desarrollo de las pautas de juego, habilidades de cuidado y autonomía personal y a la comunicación.
¿Qué es el Trastorno del Procesamiento Sensorial?
La Dra. Jean Ayres, terapeuta ocupacional estadounidense, fue la primera en describir un conjunto de conductas atípicas relacionadas con un procesamiento sensorial deficiente. Quien en 1972 definió la integración sensorial como “la organización de la información sensorial para su uso”. Es un proceso neurológico que nos permite dar sentido a nuestro mundo, al recibir, registrar, modular, organizar e interpretar la información que llega a nuestro cerebro desde nuestros sentidos. Ayres se basó en la hipótesis de que algunos niños tienen un déficit en la integración sensorial que se manifiesta en las dificultades observadas en el comportamiento intencional. Esta disfunción en la integración sensorial, puede explicar por qué algunos niños tienen problemas para aprender nuevas habilidades, para auto-organizarse, regular su atención, participar en las actividades y juegos en la escuela o en experiencias sociales positivas. Ayres, y muchos que han seguido sus teoría, han trabajado para establecer la validez de esta teoría a través de la investigación en ciencias clínicas y básicas.
El TPS es un trastorno complejo del cerebro que afecta la manera en que se experimentan las sensaciones (vista, sonido, tacto, olfato, gusto y movimiento) y su organización dentro de un comportamiento. El TPS puede afectar a uno o varios sentidos (vista, gusto, tacto, olfato, oído, propiocepción y/o sentido vestibular/equilibrio). Algunos niños con este trastorno se sienten bombardeados por la información sensorial y la evitan. Otros, al contrario, parece que no se dieran cuenta de los estímulos que los rodean y se muestran indiferentes.El procesamiento sensorial es un término utilizado principalmente por los terapeutas ocupacionales para describir a niños que tienen problemas para integrar diferentes tipos de información sensorial, tales como imágenes, sonidos, sabores y olores.
En palabras sencillas, es una falta de sincronización y/o regulación de los diferentes sentidos, ya sea de forma individual o de forma conjunta. De manera que la información sensorial no se procesa de forma adecuada y las interacciones entre los diferentes sentidos están alteradas. Esto provoca que ya sea por exceso o por defecto, la información no se procesa de forma adecuada y la respuesta es por tanto incorrecta. Según algunos estudios (1,2) se estima que entre el 60 y el 95 % de las personas con autismo presentan un TPS, también presente en multitud de dificultades de desarrollo, comunicación y socialización.
Podemos dividir los problemas sensoriales en los siguientes grupos:
- Auditivos: Hipersensibilidad a sonidos por ejemplo.
- Visuales: El 80 % de los estímulos que recibimos tienen un origen visual. Hoy sabemos que la asincronía existente entre la visión y la audición (por ejemplo) en el autismo son habituales. También los aspectos relacionados con la ubicación espacial o con los aspectos relativos a la visión focal.
- Táctiles: No se dejan tocar o abrazar o presentan reacciones exageradas ante determinadas texturas.
- Olfativos: Determinados olores cotidianos les causan un fuerte rechazo.
- Gustativos: Problemas para reaccionar adecuadamente ante sabores cotidianos, o buscar sabores fuertes o picantes.
- Vestibulares: Por ejemplo, realizando un balanceo para poder mejorar el equilibrio.
- Propioceptivos: Problemas con la ubicación espacial, de motricidad o incluso sinestesia.
Podemos encontrar hipersensibilidad o hiposensibilidad, e incluso una respuesta mixta. Por ejemplo, la hipersensibilidad a sonidos es muy frecuente, pero se dan casos donde hay hipersensibilidad ante determinados sonidos e hiposensibilidad ante otras frecuencias diferentes. Esta respuesta mixta es, en algunas ocasiones, algo más compleja de detectar pero una adecuada observación ante las respuestas a los estímulos nos pueden dar indicadores más que suficientes.
¿Cómo impacta el trastorno sensorial?
Cada vez adquiere más fuerza el postulado de que el autismo y otros trastornos asociados tienen un desorden sensorial de gran impacto. Ya que las áreas más afectadas están fuertemente relacionadas con aspectos ligados al procesamiento sensorial. Se suele asociar un mayor impacto en el desorden sensorial con la severidad de los trastornos. Hoy sabemos que esto no tiene por qué ser siempre así, aunque el impacto obviamente va a condicionar muchas de las respuestas del niño. Sí podemos ver como a mayor cantidad e intensidad de sentidos afectados, mayores serán las dificultades de la niña o el niño, pero eso no significa que estos aspectos no pueden ser abordados y con una adecuada intervención, eliminados o atenuados.
La comunicación y el lenguaje son uno de los aspectos más rápidamente detectables, junto con el de conductas y baja interacción social. Curiosamente el lenguaje es sensorial y motriz, y en el autismo la recepción y procesamiento de los estímulos visuales y auditivos del lenguaje no se procesan de forma adecuada. Los niños que se tapan los oídos por un determinado sonido, los que tienen procesos de ansiedad ante cambios de ropa o ambiente, por solo poner un par de ejemplos. Este tipo de situaciones generan estados de ansiedad en el niño, que sumados a los problemas de comunicación llevan a una situación conductual muy compleja y generalmente problemática. Un porcentaje significativo de problemas de conducta tiene su origen en estos aspectos sensoriales y, en muchos casos, pueden ser un detonante.
El lo relativo a la motricidad, tanto fina como gruesa, es habitual también el tópico del niño o niña torpe motrizmente. Del tipo del niño que se tropieza con una raya de lápiz pintada en el suelo. A eso podemos también sumarle hipotonía muscular. Y tenemos un niño que a nivel motriz y de coordinación es generalmente malo. Y aquí nuevamente tenemos aspectos sensoriales. La visión es uno de los grandes problemas en el desorden sensorial, y por cierto, poco conocido y poco tratado.
A su vez, muchas estereotipias tienen un fuerte componente sensorial, se usan como un estabilizador o regulador, en algunos casos para controlar hiperestímulos, en otros, como los balanceos, para mejorar la sensación espacial o corporal. El caminar de puntillas es otra estereotipia que tiene mucho de sensorial, desde aspectos visuales a los vestibulares. Y en lo vestibular podemos ver también como niños hipersensibles a los estímulos vestibulares presentarán conductas de pavor hacia parques infantiles, tendrán problemas para bajar escaleras o lo harán siempre agarrados a las barandillas o de la mano de alguien. Y en el lado contrario estarán aquellos con hiposensibilidad vestibular, y buscarán por todos los medios un alto nivel de excitación, como por ejemplo girando sobre sí mismos, algunos de ellos con conductas tipo kamikaze.
Realizar una evaluación adecuada es importante para poder saber qué y cómo intervenir, así como para tener mesurado adecuadamente el impacto de esta problemática en la propiocepción.
Hemos visto como los aspectos sensoriales abarcan una gran cantidad de interacciones, y por tanto, ante una alteración de los mismos los problemas que se generan pueden conllevar que se desarrollen otros problemas. Es importante destacar que la reactividad mixta, donde el niño puede tener una respuesta hipo a unas cosas e hiper a otras, también puede presentar fluctuaciones; es decir, que en determinadas ocasiones, el niño responde a un estímulo de forma diferente en función de la situación. En ocasiones es posible que no sepa integrar el todo de una situación, y solo sea capaz de identificar partes, lo cual le creará también confusión. En situaciones donde el niño tiene una sobrecarga sensorial, puede percibir su entorno y las sensaciones de forma distorsionada, nada mejor que conseguir un “tiempo fuera” para que pueda regularse.
Como siempre, el consejo de profesionales con formación acreditada es siempre importante. Los desordenes sensoriales pueden requerir de intervenciones específicas y basadas en la persona, lo que a una persona le funciona no tiene porqué funcionarle a otra.
El movimiento es una medicina,
para crear el cambio físico, emocional y mental. (C. Welch)
¿Qué actividades podemos trabajar desde casa?
- Botes en la pelota de Pilates, tanto sentados como de pie. Canta una canción, eso siempre ayuda a medir el tiempo, y si quieren seguir botando solo tienen que pedirlo de forma adecuada. Con la pelota se puede trabajar en sedestación el control del tronco y los ajustes posturales; se puede aprovechar para añadir algún objeto como pelotas pequeñas de colores y mientras bota, la coge y las mete en una caja (se trabaja la atención, inhibición de estímulos y control óculo-manual)
- Tirar de la sábana. El niño sentado tiene que adaptar su cuerpo a los distintos cambios posturales. Puedes hacer un recorrido por el pasillo o el comedor hasta llevarlo al sofá o colchoneta.
- Colchoneta o colchón. Aprovecha esa superficie blanda para aplastarles con la pelota o con almohadas cada partecita de su cuerpo, que ellos luchen por intentar salir de ahí, que hagan fuerza (no presionar excesivamente fuerte)
- Que suban y bajen objetos (silla, sofá, cama…); también que pasen por debajo de ellos arrastrando su cuerpo. Todo eso ayudará a trabajar la propiocepción y la conciencia corporal.
- En la Hamaca se puede trabajar, a parte del movimiento lineal y relajación, la atención y el control óculo-manual. También es muy útil la posición de avión para trabajar estímulo vestibular dentro de la hamaca: con los bracitos hacia afuera, pásale una cuerda y que tire hacia adelante trabajando también la musculatura escapular, la fuerza de agarre y la bilateralidad.
- Con el patinete colocarse de barriga y moverse con ambas manos hacia adelante para trabajar la bilateralidad, la fuerza en miembros superiores y la coordinación de ambos miembros. También se puede colocar una cuerda y que el niño desde el patinete tire hacia adelante.
- El rolón es un objeto que también se puede añadir al circuito; el niño se puede colocar de barriga y moverlo hacia delante y hacia atrás, impulsándose con los pies y con las manos en posición de pronación. Asimismo, se le puede colocar distintas texturas en las partes de las manos y que en esa posición busque distintos objetos. Esto también ayudará a tonificar la musculatura escapular. El rolón también se puede utilizar sentado como si fuera un caballo y moverlo con ambos pies hacia la derecha y hacia la izquierda. Esto ayudará a trabajar bilateralidad y equilibrio.
- Las luces las puedes utilizar a modo de relajación en el rincón de la calma, a modo de juego: “yo las escondo y una vez acabes el circuito las tienes que buscar” o a modo de iniciar la comunicación y la atención conjunta.
- La vibración es un objeto más bien calmante. Puedes pasar el estímulo por todo el cuerpo y que vaya diciendo el nombre de cada parte. También para relajar junto con la pelota dando botes.
- Los saquitos de peso se pueden utilizar también a modo de relajación. Mientras el niño está en la hamaca o tumbado en la colchoneta se le pueden poner encima del cuerpecito para hacer presión profunda. También para jugar a buscarlos o a lanzarlos en un cubo ejerciendo fuerza digito-palmar.
Siempre son juegos que motiven al niño; nunca forzar, puesto que es ahí donde se hace más efectivo el trabajo neuronal. Que el niño elija con qué quiere jugar y cómo. Ayúdale a desarrollar no solo la iniciativa al juego funcional y a la resolución de problemas, sino también a la ideación, planificación y ejecución autónoma de una actividad. Esto luego se traducirá en el entorno que le rodea. Es preciso que estén adaptados a sus capacidades, ni más fácil ni más difícil, con pequeños retos que tengan que ir alcanzando. Siempre ayuda crear historias que motiven a los niños para hacer los juegos y alcanzar una regulación sensorial.
No os perdáis el siguiente artículo donde hablaremos concretamente de Problemas de Comunicación y Lenguaje como segunda causa de los problemas de conducta en niños con dificultades de desarrollo!
Texto adaptado por Cristina Oroz Bajo
Fuentes: Recenit y Autismo Diario
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